El video y las imágenes son un claro ejemplo de las contraposiciones culturales e históricas.
Si me he de "mojar" debo reconocer que comprendo demasiado bien ambas actitudes, la de actor/actriz principal y la de comparsa. Siempre me identifiqué con la de Saramago aunque mi biología me obligara a cumplir con sus condiciones perentorias por el hecho de haber nacido y el esfuerzo de individuación gozosa se me antojara ímprobo.
Bien me consta que lo que mi madre trajo al este mundo fue una larva de animalito humano deseosa de no parar en vida porque para eso había nacido con determinados atributos: los determinados por una genética, una cultura, una historia y un espacio geográfico dotado de magnífica temperatura vital donde confluían en una circunstancia corporea: la propia, evidentemente consecuencia de las pasiones vitales de todos mis ancestros. Útil para disfrutar de todo lo grande y de todo lo pequeño que la vida y sus circunstancias ofrecieran, para apuntar a lo más gozoso (aquí cada cual decidirá su estilo y preferencias). De lo contrario, ¿para qué nacer con absoluta garantía de caducidad y deterioro si sentir que la pérdida de tiempo puede acabar resultando el mayor de los errores?
Que ahora corran tiempos difíciles solo implicaría un reto, y no conozco reto que adolezca de una contrapartida siempre estímulante. Hasta cierto punto resultan creativos porque los presentes nos están permitiendo definirnos más y mejor a la hora de facilitarnos una despedida bien gozosa del presente escenario.
Escribiendo sobre contradicciones: No, no puedo olvidar a Maquiavelo con sus terribles y crueles palabras acerca de cuestiones intrínsecas de la naturaleza humana. Resultan reales, evidentes, pero forman parte de la vigente percepción de dicha humanidad, mientras la disfrutemos. Cuando algo resulte insoportablemente doloroso lo más sensato y práctico tendría que ver con el desapego voluntario, siempre socialmente malinterpretado en perjuicio de la propia sociedad como de sus individuos. A la prueba de ambas actitudes me remito, porque alcanzar la ancianidad lo mismo se puede percibir como un privilegio como un infortunio..... y ambas actitudes no andan exentas de sentido. Solo añadir que conviene elegir lo más acorde con la propia naturaleza en función del paso del tiempo, como hacen las semillas, los árboles, etc.
¿Que cuántos años tengo? Lo que importa es tener ganas de hacer cosas, no tener graves problemas de salud ni de dinero. Por lo demás, como dice Saramago, es un remanso de paz y un momento en el que uno ya está de vuelta de todo.
ResponderEliminarUn saludo.
Ciertamente, sin olvidar una buena y alegre compañía a modo de guinda!
EliminarMi padre decía al cumplir 95 años: ¿y qué hace uno aquí? Pero si yo le invitaba a animarse, él reculaba. No creo que eso significara que se arrepintiera de su propio pensamiento, más bien no quería incomodarme a mí. A cierta edad los pensamientos sensoriales y racionales han convergido de sobra. Las ideas se tienen claras en el fondo, aunque en la forma depende, los individuos siempre mantienen el tipo, la apariencia.
ResponderEliminarComprendo tempranamente a tu padre. Las funciones están para ser funcionales, cuando no responden resultan inútiles.
EliminarLo de la apariencia me lo contaba mi padre, y puede funcionar de puertas afuera si se vive entre personajes de dudosa catadura; de hecho fue quien pagó mi sopa. Me temo que alguna viscera en proceso de deterioro físico natural me haría elegir la introversión, ahí donde ya no reina la apariencia sino la auto exigencia. Precisamente la apariencia, física y temperamental, me sirvieron magníficamente mientras resultaron útiles. Cuando me abandonaron me sentí inclinada a vivir con intensidad emocional expandida.
Sería genial si cada cual optimizara sus posibilidades, las que fueren, y consiguiera renunciar a ellas cuando menguaran. pero como ello parece escapar las posibilidades de esta pobre sociedad, pues nada: introversión al canto mientras la autosuficiencia aguante! Cuando no se pueda el final de la materia administrada tocará a su fin.
De joven creemos interpretar la actitud de los más ancianos suponiendo que les ganan los pesares y uno supone que, cuando nos toque llegar a viejos seremos distintos. Más amplios, más sabios, más comprensivos, menos caprichosos, quizás. Pero perdemos de vista que la perspectiva de ver la vida desde su extremo de conclusión afecta no sólo a la parte física sino a la mental y a la espiritual: cuando llegamos a ser aquello que tal vez criticamos en su momento, comprenderemos mejor la terquedad o el cansancio que buscamos combatir en nuestros mayores. Todo un tema. Un abrazo
ResponderEliminarDe jóvenes somos inmortales. A veces tendemos a pensar que el mundo está hecho para nosotros...
ResponderEliminarLuego vamos creciendo... y nos damos cuenta que sin aquellas experiencias de imberbes, no seríamos lo que somos.
Mi hija me pregunta si quiero tener 18 años. Le digo que no, a menos que tenga el pensamiento que tengo ahora con 55...
Besote guapa
“...menos que una mota de polvo…” No tengo ese concepto de la/mi vida. No a día de hoy. Es todo mucho más simple, a mi modo de ver, si bien con la sencillez de lo natural. Veo surgir las amapolas en los campos sembrados y caer las hojas secas en otoño. El fluir constante del río de la vida en pos de su destino, el océano. Y a todo esto no podría catalogarlo de “...menos que una mota de polvo…”. ¡O sí! Si le doy a la mota de polvo la misma realidad que a las amapolas. La misma realidad única que al Todo Lo Que Es.
ResponderEliminarDe acuerdo con los “retos” de la vida… Aunque también pueden verse, y vivirse, como lecciones pendientes a superar, a trascender.
No, no andan exentas de sentido.
Nombras la palabra “semillas… y se me ocurre contraponerlas a: “Bien me consta que lo que mi madre trajo al este mundo fue una larva de animalito humano deseosa de no parar en vida porque para eso había nacido…”
Si tuviese que elegir entre ambas, me identifico más con la primera que con la segunda. Creo que el nacimiento, desarrollo, vida y “partida” tiene más de “semilla” y su proceso natural que el de “larva deseosa de no parar…” Sin que la primera signifique “determinismo”, y la segunda “libre albedrío”.
Un abrazo emejota.
La realidad de la vejez. Mi idea es diferente deguir viviendo en el maravilloso lugar donde vivo caminando mientras pueda y visitando a mis hijos No le pido nada a nadie tenfo mi libertad y la tendre siempre No dependo de nadie solo mi vida y mi gente Un abrazo y mil besoso
ResponderEliminarHola Emejota.Así es, yo siempre digo que no quiero dar faena a nadie, ni quitarles lbertad.Mientras pueda quiero continuar en mi casa y lo que tenga que ser será.Besos
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