Erase que se era una larva o glomérula humana entusiasmada porque tendría una única ocasión para llevar a término aquella maravillosa experiencia de nacer y crecer con al menos cinco sentidos físicos y puede que, con suerte, alguno más que le proporcionarían el placer de percibir sensaciones terrenas de lo más diversas y controvertidas. Finalmente el embarazo de su progenitora llegó a término, aunque le dijeron que fue una neonata demasiado perezosa y se demoró alrededor de una veintena más, aún así sus mayores le proporcionaron un crecimiento muy protegido y provechoso.
Mucho más tarde se le ocurrió justificar a aquel puñado de células considerando que su retraso se debería a algún instintivo impulso de llevar la contraria para nacer en alguna fecha determinada, (la del apenas otoño con un pie en el invierno, lo cual a su vez coincidiría con el centro de aquella galaxia donde se estrenaba, hora mundana incluida.)
Ignoramos las razones mundanales de su retraso aunque tras más de siete décadas tuviera unas buenas razones subjetivas para imaginárselo.
Lo cierto es que su presencia era “segundo plato“ familiar aunque acabará portando un único título de primogenitura . Tras varias décadas de observación pudo jugar con la posibilidad que aquel montoncillo de células segundonas seguramente se retrasara su presencia para “marcarle algún gol” al galeno de turno que se atrevió marcarle una fecha de nacimiento, por obligación y que cuando “aterrizaran” lo intentaría por todo lo grande. Vanidosa nos salió la monita, y aunque deseara tanto salir de aquella matrix no paraba de hacer alegres cabriolas en su interior con su consiguiente ahogo a la hora del posterior nacimiento, mas ello no ocurriría cuando a alguien externo a su naturaleza se le ocurriera. Quizás se debiera a ello su instintivo nadar y jugar en el interior de cualquier charco terrenal donde sumergirse.
No tardó demasiado en ser informada que no habría nacido a no ser que el niño que había sido engendrado con anterioridad se hubiera rajado a los seis meses de estancia en la misma matriz materna. Sin palabras, pero piensen mal y acertarán.
En una sociedad, o segunda matriz, principalmente biológica y binaria nacer varoncito le hubiera parecido algo más sencillo, pero gracias a la mala fortuna o quizáscobardía de aquel aborto ella consiguió ver la luz. Mientras fue niña, joven y posteriormente supuestamente adulta se limitó a recoger toda la información que le caía encima para clasificarla cuando tuviera tiempo, es decir tras muchas décadas de dedicación social, ventajas y desventajas de su circunstancia incluidas. Siempre sintió que la vida era como un juego de cartas en el que le hubieran sido adjudicadas un puñadito de lo más corriente y no le quedara más remedio que jugarlas lo mejor que pudiera ante tramoyas de lo más diverso.
A continuación irán más imágenes impersonales de aquella partida, a ser posible con pocas palabras, porque afortunadamente la monita mamífera de nuestro cuento tuvo tiempo sobrado para descubrir su tendencia innata a extenderse en el uso de las mismas y que estas acabaran mostrándose como un método de comunicación menos fiable que el numérico-geométrico.
Ciertamente las imágenes tampoco serían demasiado fiables, por estar elaboradas por una mente humana e imperfecta, más la para presente partida aún necesita amalgamar ambas: imágenes y verborrea, a ser posible mínima. Le encantaría “soltarse la melena”, pero daría igual, basta el pensamiento.
¡FELIZ NAVIDAD A TOD@S Y UN BRINDIS POR LA VIDA! Por cierto, el siguiente vídeo me parece muy esclarecedor, ¡luminoso!
Se trata de la melodía que resuena todos los años por estas fechas en lo que se supone debe ser mi COCO, aunque solo sea por llevarle la contraria a "Ursulita la belga europea y cía." Al fin y al cabo fuí troquelada en el interior de un Caballo de Troya británico colocado cercano a mi entonces hogar, en pleno barrio de Chamberí en plena dictadura del siglo pasado. En su panza aprendí sobre diversidad, libertad y tolerancia, en un idioma foraneo pero tán íntimo como mi amaestrada sustancia gris. Ocurrió sin enterarme y potenció cualquier incipiente rebeldía de naturaleza infantil. No me cabe más agradecimiento en el corazón tras comprobar a través de muchos años en la red la vida tan afortunadamente diversa que, gracias a aquella década prodigiosamente sacrificada de una infancia cuyo número de la lotería me tocó jugar. Gustosamente habría compartido de haber sabido hacerlo mejor. Al menos que sea a través de este medieval y subrepticiamente idealista y revindicativo villancico. No sería fiel al número que la naturaleza que me ha otorgado si en lugar de este villancico publicara otro como "Los peces en el rio etc.....", si además ya apenas quedan peces en los rios peninsulares.
