Porque “días de libro” deberían ser todos los del calendario.
Acabo de
escuchar el siguiente relato a modo de AUDIOLIBRO (en forma de podcast) que retrata un aspecto del poder asumido por muchos antaño y practicado en la actualidad mucho más
subrrepticiamente de lo que aparece en esta historia “juvenil ”, sobre la primera obra
musical de GRIEG: Opus 1.
El enlace tiene mucho más de narración y poesía final que de simple "sugerencia musical", además sin dicha narración no tendrían sentido el resto de mis letras.
OPUS 1 DE EDWARD GRIEG
https://podcasts.apple.com/es/
Y es que el
poder tiene muchas caras, implica toda autoridad de cualquier individuo sobre
otro con afán de someterle a lo que sea ….. a cierto tipo de aprendizaje, por ejemplo.
La clave la
encuentro en el término CUALQUIER INDIVIDU@, porque en toda relación, incluida
la familiar, se establecen lazos de poder envueltos en dedicación y amor en
muchos casos, que no todos.
Solo me
referiré, en esta entrada, a la narración presentada esperando que cada lector
extrapole en dirección política, cuanto menos, que para ello a continuación me
explayaré abusando de la paciencia lectora.
Me temo
que partamos del error endémico de confundir
la individualidad con todas las posibilidades que esta pueda ofrecer a través
del paso del tiempo, o de los ciclos naturales para la especie humana, sumado a
de las diversas circunstancias que nos
obligan a tomar decisiones de lo mas diverso así como de la más o menos oculta carga genético/histórica que portamos, tan solo considerando y fijándonos en una inicial
y simple presencia física.
Así tenemos
que cualquier profesional se encuentra tan “encerrado” en la perentoria necesidad de ejercer su
profesión que durante el tiempo que la susodicha perdura, parece incapaz de considerar como sus múltiple
facetas interfieren en la misma, generalmente de forma negativa, aunque me
consta que existen gloriosas excepciones.
Así, en la narración,
tanto director como maestro de escuela solo valoraban la enseñanza
que ellos impartían mientras que eran
unos absolutos ignorantes en el campo que el más humilde de sus alumnos
excedía.
No he
podido evitar pensar que no se debe entregar poder sobre otros a personas con … digamos sutilmente que “con graves defectos de fábrica
propiciados por falta de empatía.
Por
supuesto si escribo así es porque también mi persona cometió errores de bulto a
partir de dicho error endémico ,
como por ejemplo llevar durante toda una vida grabada a sangre la primera enseñanza desde la más tierna
infancia: “Lo que no quieras para ti, no
lo desees para nadie”
Error, error, resultó que muchos
deseaban lo que no quería para mi y sobre todo viceversa. Aquel detalle no tardó mucho en quedarme
meridianamente patente por más que deseara y me empeñara en arroparme entre
multitudes para “sentirme normal”. Llegué a
desear vivir en un orfanato, total. Aquello
de ser “el espíritu de la contradicción” …… y sin ninguna retaguardia donde
refugiarme, porque refugio era lo que más deseaba encontrar a falta de herman@s, abuel@s
y demás familia cercana. Mientras duraron los largos años de la infancia resultó un perjuicio que más tarde, vuelto del revés, acabaría reconvirtiéndose en cierta práctica herramienta ¿social? . Algo que ocurre con todo exceso o defecto
aplicado a conseguir alguna utilidad.